Mayo ha traído de todo. Desde eclipses, inundaciones, avistamientos de ovnis, la viruela del mono y, por si fuera poco, a Mercurio retrógrado. Este pequeño planeta que representa en la Astrología los principios de la comunicación, además de poseer el poder de augurio, tiene un terrible mal humor.
Hace tres días…
Totalmente arrepentida de haber tomado la llamada, la acalorada mujer frente al volante de la camioneta, entre los gritos desesperados de su amiga y el ruido de la calle, pudo entender algo sobre una tragedia con mercurio retrógrado, la poceta, y su teléfono.
Acababa de hacerse un examen de sangre, y cómo aún le dolía la punzada, manejaba con un brazo doblado para evitar se le cayera el algodón, así que atender la llamada era, bastante complicado. Apartó el teléfono de su oreja para poner el altavoz y con una sola mano le subió el volumen; mientras distribuía su atención entre el teléfono y el camino.
El embotellamiento del tráfico, sus hormonas, y el calor que se colaba por las ventanas, hacia transpirar hasta al mismo aire acondicionado, y convertía la jeep en una carroza de fuego, que desgraciadamente no podía abandonar.
Iba a contestarle a su amiga, cuando divisó la alcabala de vigilancia en la esquina. Aunque el policía de tránsito permanecía absorto en su celular, la mujer dejó caer el suyo sobre el asiento y agarró con ambas manos el volante.
Mientras atravesaba la improvisada alcabala le sonrió educada buscando su reacción, pero al ver que éste mantenía los ojos en su equipo, soltó la mano del volante y siguió la calle; tomando de nuevo su teléfono para escucharla mejor.
La amiga seguía a los gritos. Rápido trató de calmarla. – –Ahora te escucho mejor, ¿Que fue lo que te pasó?. La voz detrás de la bocina se detuvo en seco. Impaciente se escuchó respirar profundo. -Que te digo que este no es mi teléfono. El mío se cayó en la poceta, y, el que se eche a perder mi única posibilidad de llamar a Ana y matarme, es lo mismo!.-
De inmediato, y como si fuera parte de una comedia de televisión, se activó una alarma dentro de la camioneta y una luz en el tablero comenzó a titilar. Acto seguido, se asomaron más luces hasta que se iluminó el tablero por completo. Distintos y brillantes colores le anunciaron a la dama que se avecinaba una calamidad.
Un segundo después, el tablero parecía árbol de navidad con villancicos y todo. –¡Aló, aló! Gritaba nuevamente su amiga. Ella giraba con fuerza el volante tratando de alcanzar la orilla de la avenida, buscando librarse, lo antes posible, de los conductores que tocaban la bocina y se agolpaban detrás de ella.
En medio del zarandeo felizmente se cortó la llamada, el algodón saltó por lo aires y la camioneta se apagó. De alguna manera que no podía entender, la mujer se sintió aliviada.
Ahora sin aire acondicionado el calor era infame, pero había logrado orillarse, y lo mejor, podía bajar del infierno.
Media hora después, mientras esperaba la grúa y un transeúnte trataba de explicarle como se había trancado el alternador, la mujer recordó las sabias palabras de su amiga y no tuvo dudas. Mercurio estaba retrógrado y era el culpable de tanto tropiezo.
Miró aburrida al transeúnte alejarse derrotado por su indiferencia, y, como recordando una buena noticia, sacó de su cartera un caramelo suave de jengibre para endulzar el momento.
Lo destapó y chupó con gusto. Era una verdadera delicia y lo mejor que le había pasado esa mañana. Agradeció al universo haberlo guardado y se dejó seducir completamente por él. Lo mordió varias veces saboreando el picor del jugo de la raíz milenaria, y la sensación de estar lejos de ahí fue mágica.
De repente, escuchó dentro de sí un crujido como el rechinar de vidrios. Sacó con dudas el caramelo de su boca y observó la goma, que ahora parecía un poco más dura. Dentro de ella y en desorden, pudo ver un pedazo de diente incrustado.
“Ay de aquellos que firmen un contrato, inicien un proyecto, o tengan que montarse en un avión”. Y si algún enamorado, luego de una larga y tímida espera decide declarar su amor, se le recomienda de inmediato aplazar tal hazaña para así evadir el fiero rayo del planeta, y el seguro desprecio de su amada.
En medio de muchas dudas e incompetencia en el tema me pregunto: ¿Será normal que se repita tanto?, ¿Será que voy distraída y por eso tengo la sensación que nunca se va?.
De lo que sí estoy segura es, que Mercurio retrógrado siempre trae drama acompañado de más drama. Afortunadamente, hay tanta gente pendiente en dicho asunto, que es fácil tropezarse con alguien que nos lo recuerde, estar alerta, y contar menos desgracias.

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