Parto en agua

El curso calmo y seguro que esperamos de la naturaleza, casi siempre termina por sorprendernos. 

Los extraños espasmos de cadera, piel y músculos, temores y huesos, llegaban cada vez mas seguido. La muchacha con descomunal barriga seguía respirando como le habían indicado en el curso. -Esas son las primeras contracciones, vamos con calma, no te desesperes-Le insistía su madre, mientras juntaba en un bolso los pequeños paquetes organizados con ropa de bebé; pañal, franela, medias y mono de manga larga. Ambas salieron presurosas en cuanto llegó el taxi que las llevaría a la clínica. 

Hacía casi nueve meses ya, que la joven muchacha llena de dudas y modesta curvatura en el vientre, escuchaba por primera vez a la rubia y entusiasta doctora de acento extraño, y claro perfil europeo. El consultorio no era muy grande, pero la gran ventana con traslúcidas cortinas lo hacían muy luminoso y acogedor; los cuadros y esculturas en honor a la maternidad se mezclaban de manera elegante con diplomas de postgrados, reconocimientos especiales, y un refinado escritorio de samán. Era evidente su larga trayectoria, y también su prosperidad.

Pero lo que más llamó la atención de la muchacha fué la pequeña escultura de piedra sobre el escritorio. Una talla con figura de mujer que rodeaba con ambos brazos su vientre, sosteniendo una bolita pulida de la misma piedra que se podía sacar y poner. -El parto natural en agua es la mejor manera de traer bebés al mundo, es menos traumático para la criatura y muy emocionante para la madre, agregó la doctora buscando la atención de su paciente, y enfatizando en “traumático” y “emocionante”.

La muchacha había tomado la bolita y la observaba con detenimiento, pero la devolvió rápido a su lugar, cuando la mujer se levantó y comenzó a caminar. La idea es que llegado el momento: con luz baja, música suave y la compañía del padre; el bebé pase directo al agua tibia de la piscina atemperada-. Agregó sentándose a su lado, en la silla vacía del acompañante. 

La hermosa Gineco obstetra había llegado hacía unos años al país para dictar unas conferencias; pero seducida con el clima tropical, la informalidad de los lugareños, y sobretodo, por un cineasta hippie que conoció por casualidad, se había quedado.

El menguado artista, en tan solo una semana, la convenció que olvidara su boleto de regreso al frío país escandinavo, y se quedara a vivir los colores y calores tropicales. Ella, deslumbrada con tanto fuego y emoción, decidió probar; y se mudó en alma y cuerpo con el moreno soñador, a una casa en el este de Caracas que ella sola pagó. 

Luego de algunos años ya relajada de las rígidas costumbres suecas, una consulta repleta de pacientes, y librada del marchito cineasta; se dedicó por completo a atender embarazos con un enfoque novedoso, espiritual y sin violencia.

Le tomó amable la mano a la joven y continuó. -No hay de que preocuparse, solo debemos dejar que la naturaleza siga su curso-. La chica en ese entonces recordó las ilustradas palabras de su madre, luego de hablarle de sus miedos: Lo único seguro es, que por algún lado tiene que salir-. Y sintió el mismo escalofrío recorriendo su columna, pero disimuló ante la sonrisa de la amable académica. 

Lo que al principio del embarazo sentía como un pececillo que rozaba suavemente las paredes del vientre, se fue convirtiendo en un globo con la piel cada vez mas tensa. Pero desde hacía unas semanas podía sentir la osamenta de su bebé en ese espacio ya pequeño para él. Estaba tan pesada la barriga, que al caminar debía sostenerla por debajo con ambas manos; entonces recordaba la figura de piedra de la primera cita.

Las dos mujeres en el asiento trasero del taxi, con cada sacudida de contracción se tomaban de la mano. Mientras una resoplaba, la otra recitaba oraciones. El taxista miraba intranquilo el tráfico y su reloj. 

Los médicos de guardia las recibieron y, luego de la revisión respectiva, determinaron que no tenía suficiente dilatación; debían esperar. Pero cayó la noche y las clases de respiración y meditación fueron olvidadas. La muchacha agarrada de su nerviosa madre, pedía insistente llamar a su doctora.

Seguían pasando médicos repitiendo el examen, y todos confirmaban el mismo resultado; no dilataba. La orden de la doctora era seguir el curso natural para atenderlo en el agua. Les amaneció, y nada. La madre ya desbordada armó un escándalo con múltiples amenazas de demandas, sino atendían inmediatamente a su hija.

En unos minutos, y por orden de la doctora le reventaron fuente, y comenzó a dilatar.  Unas horas mas tarde, los médicos saltándose la maravillosa sala prometida, la pasaron de emergencia a quirófano. 

La muchacha desfallecida despertaba con cada nueva contracción; pero pudo reconocer a su rubia doctora ataviada de traje especial. –Mi niña ya no puedes más, te vamos a dar la peridural para que nos ayudes a sacar al bebé-. No lo podía creer, además, le tocaba ayudarlos.

En cuanto recibió la anestesia, y como por arte de magia, despertó por completo. Según la doctora le indicaba a gritos, se puso a pujar con todas sus fuerzas. Nunca antes supo el sexo de su bebé, siguiendo fielmente la línea natural propuesta. Ella había sentido que abrigaba a un varón, así que durante el embarazo lo llamó Sebastián. Pero ahora solo le importaba que naciera sano.

Nunca imaginó lo que sería aquel momento inolvidable. Seguido al pujo mayor, y reflejado en los lentes de la médica, vio salir a su maravilloso bebé de abundante cabellera. Y casi explotó de emoción, cuando mezclado con el fuerte llanto escuchó:-¡Es una niña!-. Todo parecía irreal.

Se la acostaron sobre el pecho piel con piel; y la nueva madre, agotada pero plena, le tarareó la canción que le había cantado durante nueve meses. Mientras la doctora cortaba el cordón y contaba los dedos completos de manos y pie, la temblorosa niña se fue calmando con la voz familiar, mezclada ahora con lágrimas de felicidad.

Dos horas más tarde la madre, de nuevo impaciente y decidida a no esperar mas, salió con dificultad de la habitación rumbo al retén de bebés. El seriado de altas cunitas dispuestas a lo largo de la solitaria sala, albergaba cómodamente a varios recién nacidos. Ella siguió de largo hasta la última donde un pequeñito no paraba de llorar. Solo tenía puesto un pañal y temblaba de frío.

Lo tomó dulce en sus brazos, pero de repente le saltó la duda. Revisó la etiqueta en el pequeño pie y confirmó lo sentido. La enfermera venía sonriendo con la bolsita de ropa estampada de ratones y carritos. La bebé se estaba quedando dormida.

istock

11 respuestas a “Parto en agua”

  1. Hermosa historia, y maravillosa sorpresa de un Sebastián a una perfecta niña 😍
    Adorable, gracias por compartir 😘🤗💓

    Le gusta a 1 persona

  2. Avatar de Ninoska Di Ferdinando
    Ninoska Di Ferdinando

    Mariiii, de historia a historia no pudiera decidir cual es mejor!! Dios te Bendiga, gracias

    Le gusta a 1 persona

  3. Asistir al nacimiento de un niño es una emoción indescriptible. Única.

    Le gusta a 1 persona

  4. Que bello momento el nacimiento de un hijo .
    Gracias amiga por escribir tan lindo y compartir tu talento.

    Le gusta a 1 persona

  5. Hay dolores que bien vale sufrir porque de inmediato se transforman en plenitud y felicidad. Y ahí está la bella niña crecida y hermosa. Gracias 😊

    Le gusta a 1 persona

    1. Muy cierto🌺gracias por estar acá🌸

      Me gusta

      1. Gracias a ti por tantos años de amistad. Abrazo 😊

        Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: