Llegaste con la lluvia para limpiar una nostalgia añeja,
y la fría brisa nos invitó al abrigo,
no sospeche tu belleza, amor de abril.
Piel morena con sudor blasfemo que invita al pecado.
Caballero hábil con el arte por armadura
que mezcla sonrisa de niño con rugido de fiera
y hace suspirar quimeras a cualquiera.
Encuentro maravilloso, regalo divino,
amarro mi cabello y suelto la duda,
me entrego sin miedo al retozo,
a esos labios hinchados que hurgan por dentro,
que me devuelven la vida y me despiertan las manos,
me tocan el alma, ya sin recelo.
Exploro caminos surcados
firmes y perfumados,
esa fuerza antigua nos lleva lejos,
a otros tiempos,
cómplices nos besamos, amor de abril.
Y me atrevo a susurrarte versos al oído.
Caricia en la espalda que estremece la piel,
los ojos cerrados se entregan al ritmo
salta la carne, y en mil pedazos estallan prejuicios.
Somos uno y la nada en segundos.
Todo es azul, rojo.
Del silencio brota algo de vergüenza,
esa que nos recuerda que apenas nos conocemos.
Y me amo, y te amo por ello.
No hay preguntas, no hay avisos,
no hay tiempo para engaños,
tampoco para traiciones.
No habrá tiempo para sueños
o para un fugaz “te quiero”,
solo este instante es el cielo.
Ese cielo que nunca prometimos,
en la memoria será perpetuo.
Amor que naciste con la marca del final
y fecha de caducidad.
Amor de pocas palabras,
estas hecho de grandes silencios.
Aunque conocía de tu naturaleza efímera,
llegue a soñar como niña, que quizás
tal vez, te quedarías.
Amor de Abril pronto serás solo un recuerdo,
uno bello.
Choque de almas y cuerpos descalzos de afecto.
Cierro los ojos y vuelo sin alas, sin ropa, ya sin tormento.
Ruge el cielo.
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