Dulce era siempre la mañana
en el gran campo verde.
Corríamos ingenuos los hermanos,
dueños del cielo blanco celeste,
oliendo a petróleo
y sudando aventuras,
asomados los pequeños dientes.
…Éramos libres
Cabalgábamos en árboles gigantes.
Planeábamos en volantines por las nubes,
y a través de la lluvia fina
corríamos porfiados,
tratando de alcanzar
tramposos espejismos plateados.
…Éramos libres
El sol calentaba las mejillas rosadas,
y la sed quemaba la garganta,
mientras escuchábamos
a los alborotados sapos,
cuando contaban alegres
mágicas historias de gusanos.
…Éramos libres
Ya los escorpiones se fueron,
y los charcos se secaron.
Nosotros descosidos,
el pasto verde se volvió cano.
Se quedó muy solo el campo.
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