Tu suave olor me acaricia
conocida fragancia de almendras,
tu respirar apasionado ahora adormecido
desvela mis noches, despierta mis sentidos.
Siempre será dulce dormir contigo.
La noche baila una danza maravillosa
de abrazos sincronizados,
coincidimos, nos ajustamos,
sin planes ni cálculos, sin mandatos,
embriagados de piel, calmos de placer.
Somos almas y piernas entrelazadas
que fácil se acoplan y funden latidos.
Amor del bueno, amor tranquilo,
y sobre mí el divino peso
de tus brazos dormidos.
El temblor de un suspiro desabrigado
interrumpe sin pudor el delirio.
Magia que se esfuma
entre sábanas heladas,
feroz e inesperada punzada,
amor perdido, solo te soñaba.
Y al ritmo de un solo corazón
la noche siguió de largo,
la nostalgia abrazó la madrugada.
No habrá caricias ni aroma de almendras,
tampoco roce de labios por la mañana.
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