Exquisito botón de rocío
que llegó al mundo una mañana de mayo,
para llenar mi vida de colores
y hacer del día de las madres
la mejor fiesta del año.
Mis manos llenas de ansiedad
la tomaron con dulzura
era increíble tanta ternura y delicadeza
quedé perpleja con tal desborde de belleza.
Sonrisa bonita y ojos preguntones
rostro fino y aroma de miel,
que le dirían las mariposas en el camino,
para que en un giro decidiera su vida
y en firmes puntillas bailara ballet.
Y llenó para siempre mi vida de dulzura,
de sueños y maravillosos arlequines.
Pintó mi poesía con achocolatados besos,
también me llenó de un inmenso orgullo,
y de un futuro salpicado de miedos.
El tiempo, astuto ladrón, aparentó no corría.
Y de pronto, una tarde en tierras lejanas
mi niña, convertida en hermosa mujer,
se despidió de mi, de mis brazos,
me dejó sin su aroma de miel.
Aunque extraño la dicha de verla en mis días
satisfecha y orgullosa llevo la vida,
al pensar en aquella niña de manos gorditas
que, aunque ya no necesite de las mías,
será siempre mi pequeña niña,
mi niña chiquita, con aroma de miel.
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